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Falta de Educación Sexual en el Perú

El Perú es uno de los muchos países en los que existe una educación sexual deficiente. La educación sexual está enfocada en promover el bienestar físico y psicológico, y brindar herramientas a través de la difusión de diversos temas relacionados al sexo, la sexualidad y las relaciones interpersonales para la toma de decisiones responsables. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y del Guttmacher Institute, con sede en los Estados Unidos, llevado a cabo en 61 escuelas secundarias, solo el 9% de estudiantes reportó haber aprendido todos los temas que conforman una Educación Sexual Integral, solo el 8% de docentes está capacitado para enseñar educación sexual en colegios, y el 50% de docentes que tienen a cargo dicha tarea no se sienten capacitados para realizarla. La falta de dicha orientación sexual supone un grave problema para nuestra sociedad, pues pone en peligro la salud y el bienestar de los jóvenes peruanos que deciden iniciar su vida sexual sin conocer los riesgos existentes en la vida coital como embarazos no planeados, enfermedades de transmisión sexual, depresión, entre otros.

Los abortos clandestinos por embarazos no deseados son un grave problema en nuestra sociedad. Estos son, en la mayoría de los casos, llevados a cabo por adolescentes debido a la falta de una educación sexual integral en el ámbito familiar o incluso educativo. La gineco obstetra de la Clínica San Pablo, Eva Obregón Zegarra, afirma que estas prácticas pueden complicarse con hemorragia, infección, perforación de útero y lesión de órganos pélvicos e intestinales, que, a largo plazo, pueden traer graves consecuencias como parto prematuro, embarazo ectópico y depresión. En las casas, hablar de sexo suele ser un tabú, y sucede que los padres y la sociedad exigen una responsabilidad sexual a los jóvenes, cuando estos mismos no brindan una educación sexual abierta, directa y sistemática que promueva dicha responsabilidad. Para los adultos, suele ser difícil asumir la sexualidad coital y no coital en la etapa adolescente; prefieren creer que los adolescentes no tienen relaciones sexuales, y la mayoría de las escuelas y familias mantienen una ideología tradicional que educa a los jóvenes basados en el “terrorismo sexual” y la “pedagogía del NO” con el objetivo de que estos no mantengan relaciones sexuales antes del matrimonio. Los métodos utilizados en esta educación sexual tradicional -llena de concepciones negativas, represivas, maniqueas y condenatorias- han sido señalar los males y peligros que conlleva tener relaciones sexuales, y propone, como método de prevención, la abstinencia y la postergación. Estos métodos no son solo ineficaces, sino que promueven una sexualidad irresponsable, negativa y poco saludable. La mayoría de los adultos les piden a los jóvenes y adolescentes que se cuiden de los peligros naturales que existen en la vida sexual, pero muy pocos enseñan realmente cómo hacerlo, ya sea debido a que piensan que la enseñanza de métodos anticonceptivos es educar sin valores o porque creen que incita el inicio coital. Estos adolescentes sin información básica y necesaria sobre orientación sexual, de igual manera inician su vida sexual con una doble moral, con deseo, pero al mismo tiempo con miedo y vergüenza de solicitar esta información a sus padres o especialistas. En este entorno se difunden distintos mitos, como el que dice que “en la primera vez no es posible quedar embarazada” o que “existe un periodo infértil”, por lo que los jóvenes ven dichos mitos como opciones y prefieren no utilizar ninguno de los pocos métodos anticonceptivos que conocen, o quizás que simplemente desconocen, lo cual resulta, muchas veces, en embarazos no deseados. Según la psicoterapeuta del Portal de Salud en Casa Liliana Díaz Díaz, estas adolescentes son renuentes a aceptar su situación y, al no saber a quién acudir para obtener ayuda, ven al aborto como la única alternativa a su “problema”, siendo las principales causas por las que abortan una situación económica precaria, miedo al rechazo social o de la familia, una relación amorosa inestable, miedo a convertirse madre soltera, no sentirse preparada para ser madre o que podría dificultar sus estudios, trabajo o su vida en general.

Los embarazos no deseados, tal como fue mencionado en el párrafo anterior, son de las principales consecuencias de la falta de educación sexual integral. Estos embarazos son más frecuentes en adolescentes. Según la INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), en el año 2017, 13 de cada 100 adolescentes, entre los 15 y 19 años, son madres o están embarazadas por primera vez. Estos datos estadísticos evidencian un incremento, entre los años 2016 y 2017, en la prevalencia del embarazo en adolescentes de 12.7% a 13.4%. La principal razón por la que las jóvenes quedan embarazadas se debe a la desinformación con respecto al control de su fecundidad. Esta falta de información se debe, en gran parte, a la irresponsabilidad de los adultos en su labor de brindar las herramientas necesarias a los jóvenes para poder desarrollar autonomía en cuanto a su sexualidad, ya sea por el tabú existente en nuestra sociedad con respecto a los temas de este tipo, concepciones religiosas, porque piensan que educar sobre sexualidad es educar sin valores, e incluso porque temen que esto pueda ocasionar que los adolescentes empiecen sus vidas sexuales a más temprana edad o antes del matrimonio, y proponen como método de prevención la abstinencia y la postergación. Sin embargo, hay un gran porcentaje de jóvenes que deciden iniciar su vida coital sin los saberes previos necesarios para la correcta planificación y el desarrollo de responsabilidad que requiere una vida sexual activa. Muchos adolescentes solo llegan a conocer algunos de los métodos anticonceptivos más comunes como el condón y un porcentaje de ellos no se sienten cómodos utilizándolo, ya sea por vergüenza al momento de conseguirlo o porque simplemente no les gusta y optan por no utilizar ningún otro método. En este entorno de desinformación también se difunde información poco confiable y diversos mitos sobre la fecundidad, que nunca llegan a ser desmentidos debido a la falta de personas capacitadas para brindar educación sexual. De esta manera, muchas adolescentes quedan embarazadas, lo cual no solo tiene un impacto negativo en las vidas de estas jóvenes y de la gente que las rodea, sino en nuestra sociedad. Las consecuencias que supone un embarazo no deseado son muertes prematuras (de la madre y el hijo), desnutrición, partos prematuros y otras complicaciones en el embarazo, consecuencias psicológicas (rechazo al bebé, miedo a ser rechazada por la sociedad, miedo al rechazo de los padres, depresión, etc.), abortos inducidos y espontáneos, malas condiciones laborales y a temprana edad, deserción escolar, la cual está directamente vinculada con la pobreza, entre otros.

 

El embarazo no deseado, resultado de la falta de una educación sexual integral, es uno de los factores que más contribuyen en el incremento de la pobreza en el Perú. De acuerdo con el informe presentado por Resultados de la Pobreza Monetaria en el Perú (2017), 375.000 personas se volvieron pobres. Esto representa 1% más de la cifra presentada en el 2016. Así, en el 2017, el 27.1% de la población se encuentra en situación de pobreza; asimismo, la zona rural fue la mas afectada con un 44.4% según la INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), y en las zonas urbanas el 15.1%. Según la Encuesta Nacional de Hogares, los pobres extremos en el país alcanzan el 24% del total de la población peruana, mientras que en el área rural la pobreza extrema solo es el 10%.  Según la INEI, el Perú subió su tasa de embarazos adolescente en 1.6% en el 2014; ascendiente a 31.151.643 habitantes, (en chicas de 15 años de 1,0 % a 1,9 %, en las de 16 años aumentó de 4,7 % a 5,4 %, entre el 2000 y el 2014). Este incremento en la tasa de embarazos adolescentes son resultado de un inicio de su vida sexual sin la información básica que necesitan sobre orientación sexual como la regulación de su fecundación, lo cual reduciría el riesgo de embarazo no deseado. Gran parte de estas jóvenes o mujeres en general embrazadas no tienen una situación económica lo suficientemente estable para mantener una familia. A esto se le agrega la posible falta de apoyo por parte de la familia o pareja y el abandono de los estudios o trabajo para poder cuidar del niño(a), de las cuales, muchas no los retoman. En nuestro país, la deserción escolar causada por el embarazo, matrimonio o para cuidar niños varía, según los departamentos del Perú, de 10 al 20% de mujeres de entre 15 a 24 años, abandonaron la escuela por alguno de estos motivos. En el Perú nueve de cada diez madres adolescentes, ya no asisten a algún centro educativo, ya que no consideran que ese acceso vaya a alterar de alguna manera futuro. En cuanto a sus efectos sobre la continuidad en la escuela secundaria, los estudios encuentran que en el área urbana el efecto de haber tenido algún parto en los últimos tres años reduce en 33% las posibilidades de progresar en los estudios. En el área rural del país esta probabilidad alcanza hasta el 39%. Como vimos anteriormente, la pobre calidad educativa no hace más que seguir reforzando este circuito de exclusiones; además del embarazo, la deserción escolar también puede resultar de la baja calidad de la educación que se ofrece y de expectativas igualmente bajas que tienen las adolescentes para sus propias vidas. Por lo tanto, las políticas que buscan reducir la vida sexual, el embarazo adolescente tendría que considerar mucho más que solo brindar información sobre algunos anticonceptivos y facilitar su acceso. Es decir que, sin educación sexual de calidad o el fortalecimiento de las capacidades de asertividad adolescente, es realmente poco lo que se pueda lograr.

 La falta de educación sexual integral en colegios incrementa las probabilidades de contraer enfermedades o infecciones sexuales. Considerando las estadísticas del estudio, el 23% aprendió sobre el tema gracias a sus padres; es posible que la información dada no sea en su totalidad cierta ya que se tiende a censurar o suprimir la información para mantener “limpia” la inocencia de los niños, pero no le podemos plantear lo mismo a un niño de tres años que a otro de nueve o de doce; Pero adaptarse a la edad del niño no implica que le mintamos y la educación sexual es incompatible con la mentira o la distorsión. En resumen, para iniciar una conversación sobre sexualidad se debe tener un ambiente de confianza y evitar la inseguridad, ya que el tabú sexual de nuestra cultura puede provocar que no se hable de sexo y además que se transmita el pensamiento que hablar de ello es incorrecto; Por ejemplo, cuando niños de a partir 6 años se refieren a sus genitales con palabras coloquiales llenas de culpa pues son consideradas palabras “prohibidas”. Al no estar informados sobre sexualidad en la adolescencia, las posibilidades de contraer una ETS comenzando la actividad sexual es mayor, debido a que no se conocen los síntomas de esta, ya que a menudo son difíciles de detectar o se presentan después de varios años de haberla contraído, como es el caso del VIH. “A esto se suma que en ocasiones ocultan los síntomas por vergüenza y por miedo a ser considerados obscenos” (Miren Rodriguez); Además, una encuesta realizada a público en general por la fundación Eroski Consumer, señala que las parejas jóvenes tienden a usar el preservativo para evitar embarazos no deseados y no para evitar contagiarse de ITS tales como el VIH. Esto hace llegar a considerar que, en las relaciones sexuales de los adolescentes, cuando se protegen, lo hacen para evitar un embarazo, mas no el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, quizá, por el ya mencionado desconocimiento acerca de la incidencia de las enfermedades de transmisión y de las consecuencias que presentan para la salud en general.

En conclusión, exponer a los jóvenes a tales riesgos, no brindándoles herramientas que los ayuden a prevenirlos y a cuidarse por concepciones sociales o religiosas, no solo tiene un gran impacto negativo en las vidas de aquellos jóvenes, sino que afecta a toda la sociedad peruana. Ello se demostró a partir de los impactos que tienen los métodos tradicionales de enseñanza de la sexualidad que buscan como principal método de protección la abstinencia y la postergación, inculcando miedo y una doble moral a los adolescentes, lo cual les impide desarrollar libremente autonomía y responsabilidad sexual. Esto los expone a contraer enfermedades e infecciones de transmisión sexual o embarazos no planeados, los cuales concluyen en abortos inducidos o espontáneos, complicaciones durante el embarazo o el parto, desnutrición, deserción escolar, pobreza, complicaciones psicológicas en la adolescente, etc. ¿Cómo podemos exigir responsabilidad sexual a los jóvenes y adolescentes si no existe un ambiente en el que ellos puedan desarrollar dicha responsabilidad?

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